Los nombres epicenos son aquellos que, como Claude o Dominique, pueden utilizarse tanto en masculino como en femenino. En esta historia él (Claude) despliega un gran empeño en casarse con ella (Dominique), y después en dejarla embarazada. Al fin logra su objetivo y como resultado nace una hija llamada Épicène. Sin embargo, en cuanto se produce el nacimiento la obsesión procreadora del padre se torna indiferencia absoluta hacia su hija. Nothomb explora con su sagacidad habitual las complejas relaciones paternofiliales y los resquemores del amor no correspondido. Y lo hace construyendo una suerte de perverso cuento de hadas contemporáneo, una fábula cruel, narrada con concisión, precisión y contundencia.
Siempre que me pongo a pensar en cómo reseñar a Amélie Nothomb es que… no se me ocurre cómo empezar, la verdad.
Amélie Nothomb tiene un estilo completamente único a la hora de narrar. He tenido la posibilidad ya de leer cuatro libros suyos, tres de ellos son más antiguos (más de 15 años) y este que es de los más recientes (escrito y publicado en su idioma original en 2018, 2020 en España con Anagrama, la editorial española que tiene sus derechos).
En Los nombres epicenos, Amélie Nothomb nos construye lo que aparentemente es una historia cotidiana de una pareja que se casa y se busca la vida para acabar siendo de las familias más pudientes de Francia, pero que encierra mucho más, claro. Una de las cosas en las que tenemos que fijarnos es que todos sus protagonistas tienen nombres epicenos, es decir, nombres unisex, que sirven tanto para hombres como para mujeres.
Como siempre, esa manera de narrar que parece superficial pero según vamos profundizando en la historia vamos captando muchísimo más, ha conseguido engancharme y embobarme por completo.
Es cierto que no es una autora para todo el mundo, que genera mucha controversia porque o la adoras, o no te gusta nada, pero yo os animo a que le deis una oportunidad y a ver qué os parece a vosotros ^^
Ja, ja, ja... ¡Hola, Nieves! Fíjate que eres de las pocas comentaristas que admite la dualidad que existe en el aprecio a la Nothomb: adoración plena o desapego absoluto. Yo no sería tan extremista, pero me acerco más al segundo grupo aunque no diría que no me guste nada. Le tengo que dar a esta escritora una segunda o tercera oportunidad pues mi desapego hacia ella viene de la lectura de "Estupor y temblores" que me dejó así, ni fu ni fa.
ResponderEliminarUn beso